lunes, 13 de julio de 2009

¿QUÉ ES EL LIBERTARIANISMO?

Llegué a este artículo gracias a Gerardo Kaprav

por Martin Masse
Director del webzine libertario Le Québécois Libre

¿En qué creen los libertarianos? En pocas palabras, creen que la libertad individual es el valor fundamental que debe subyacer a todas las relaciones sociales, intercambios económicos y al sistema político. Creen que la cooperación voluntaria entre individuos en un mercado libre siempre es preferible a la coerción ejercida por el Estado. Creen que el rol del Estado no es perseguir fines en nombre de la comunidad – tales como distribuir la riqueza, "promover" la cultura, "apoyar" al sector agrícola, o "ayudar" a pequeñas empresas – sino el limitarse a si mismo a la protección de los derechos individuales y dejar que los ciudadanos persigan sus propios fines de un modo pacífico.

Los libertarianos esencialmente predican la libertad en todos los campos, incluyendo el derecho a lo que uno quiera con su propio cuerpo mientras esto no infrinja la propiedad e igual libertad de otros. En este sentido, creen que la gente que quiere tomar drogas, ver pornografía, prostituirse o pagar por una prostituta, o comprometerse en cualquier clase de actividad sexual consensual, debería poder hacerlo sin ser importunada por la ley y asediada por la policía.

Sin embargo, como libertarianos – esto es, tomando en cuenta sus preferencias personales – no abogan por un modo de vida libertino más que cualquier otro, y uno no debería confundir las dos palabras. Lo que ellos dicen es que a cada persona se le debe permitir elegir las creencias y el modo de vida que le es apropiada, ya sea ascetismo o libertinaje, moralismo religioso o relativismo moral. Los libertarios igualmente defenderán el derecho del libertino a vivir en el libertinaje tanto como el de los padres fundamentalistas religiosos a educar a sus hijos de acuerdo con sus muy estrictas creencias.

Los libertarianos apoyan la igualdad formal de cada uno y de todos ante la ley, pero se preocupan poco sobre las desigualdades entre ricos y pobres, que son inevitables y que sólo pueden ser reducidas afectando la libertad personal y reduciendo la prosperidad general. Para ellos, el mejor modo de combatir la pobreza es garantizar un sistema de libre empresa y libre intercambio y permitir que las iniciativas de caridad privada vayan en rescate de los necesitados, las que son más efectivas y mejor justificadas moralmente que los programas estatales de transferencia de riqueza.

Los libertarianos creen que el único modo de asegurar el mantenimiento de la libertad personal es garantizar la inviolabilidad de la propiedad privada y limitar lo más que se pueda el tamaño de gobierno y el espectro de sus intervenciones. No confían en el Estado – cuyos administradores proclaman actuar en el nombre de abstractos intereses colectivos – cuando se trata de proteger la libertad individual. Mientras de acuerdo a las ideologías colectivistas un orden social económico viable sólo puede ser impuesto y mantenido por el Estado, los académicos libertarios han mostrado por el contrario que es la acción descentralizada de individuos que persiguen sus propios fines en un mercado libre lo que hace posible crear y mantener este orden espontáneo, traer prosperidad y sostener la compleja civilización en la que vivimos.

Así, los libertarianos rechazan el principal desarrollo político del siglo veinte, esto es, el sostenido crecimiento del tamaño del Estado y del rango de sus intervenciones en las vidas privadas de los ciudadanos (para tomar un ejemplo sorprendente, en 1926 los gastos públicos estatales equivalían a solo 15% del producto nacional bruto de Canadá, hoy es alrededor del 45%).

Libertarianos vs. Conservadores

Dentro del marco político norteamericano del periodo posterior a la segunda guerra mundial los libertarianos se aliaron con los conservadores en su lucha contra el comunismo y el socialismo. Por esto mucha gente tiende a confundir ambas filosofías y a ponerlas en el lado derecho del espectro político, siguiendo el confuso modelo de derecha vs. izquierda, que es ampliamente utilizado para categorizar ideologías políticas. Pero los libertarios se oponen a los conservadores en varios puntos, en particular en temas sociales (los conservadores frecuentemente tratan de imponer sus valores tradicionales sobre todos usando el poder coercitivo del Estado, por ejemplo cuando apoyan que las drogas y la prostitución sean ilegales o cuando abogan por la discriminación oficial contra homosexuales) y en temas relativos a la defensa y relaciones internacionales (los conservadores se inclinan apoyar el militarismo y las intervenciones imperialistas en el extranjero, mientras los libertarianos abogan, cuando es posible, por el aislacionismo y la no intervención en conflictos externos).

De hecho los conservadores valoran la autoridad en sí misma no se oponen al poder estatal en base a principios, sólo lo hacen así cuando las metas estatales no son las mismas que las suyas. Por el contrario, los libertarios rechazan cualquier forma de intervención gubernamental. Muchos de ellos piensan que no se caracterizan como derechistas y que el espectro derecha-izquierda debería ser reemplazado por otra que colocaría a estatistas y autoritarios de izquierda y derecha en un lado y a los defensores de la libertad personal en el otro.

Así, los libertarianos se oponen a las ideologías colectivistas de todo tipo, ya sean de izquierda o de derecha, que subrayan la primacía del grupo (nación, clase social, grupo sexual o étnico, comunidad religiosa o de lengua, etc.) cuyo propósito es reglamentar a los individuos en la prosecución de fines colectivos. No niegan la relevancia de estas identidades colectivas, pero proclaman que depende de cada individuo el determinar a que grupos desea pertenecer y contribuir, y no así del Estado y de las instituciones que derivan su poder del Estado que imponen sus propios objetivos de un modo burocrático y coercitivo.

Un Heredero del Liberalismo Clásico

A pesar de que permanece relativamente poco conocida y poco entendida hoy debido a la casi total sumisión de la vida intelectual occidental al pensamiento colectivista a lo largo del siglo veinte, la filosofía libertariana no es una rara filosofía marginal, propagada sólo por un pequeño grupo de utopistas desconectados de la realidad. Por el contrario, es heredero de la más importante escuela económica y política occidental de los últimos siglos, el liberalismo clásico, una filosofía elaborada por pensadores como John Locke y Adam Smith. Empezando en el siglo 17, son los liberales los que pelearon por una ampliacíon de las libertades políticas, económicas y sociales contra el poder de los monarcas y los privilegios de los aristócratas. Los principios liberales están en las raíces de la constitución americana, y uno puede decir que los Estados Unidos tanto como Gran Bretaña y Canadá fueron largamente gobernados de un modo liberal a través del siglo 19 hasta inicios del siglo 20.


« Los libertarianos creen que el único modo de asegurar el mantenimiento de la libertad personal es garantizar la inviolabilidad de la propiedad privada y limitar lo más que se pueda el tamaño de gobierno y el espectro de sus intervenciones. »



Entonces, ¿por qué no usar la palabra liberal en vez de libertariano? Porque éste termino, precisamente desde principios del siglo 19, tomo nuevos sentidos que no son nada compatibles con la defensa de la libertad individual. En Gran Bretaña y Canadá, supuestos partidos liberales de hecho sólo son un poco más moderados que los socialistas admitidos en sus inclinaciones a usar el poder estatal y en su falta de respeto por los derechos individuales. Peor aún, en los Estados Unidos, un liberal es un izquierdista que aboga por la distribución de la riqueza, alguien que apoya un gobierno grande que interfiere en todo las vidas de las gentes, que trata de resolver todos los problemas reales o imaginarios con impuestos y gastos, y que crea programas burocráticos para cada causa buena; en breve, el liberalismo de hoy apunta a crear un estado tiránico que no duda en entrampar la libertad individual en nombre de una utopía colectivista inalcanzable. Este tipo de liberalismo no tiene nada que ver con el liberalismo clásico.

Los libertarianos de hoy están inspirados por los primeros periodos del progreso liberal pero, después de un siglo durante el cual las ideologías colectivistas y totalitarias han dominado, se dan cuenta que el liberalismo clásico no era fuerte o suficientemente fundamentado como para detener la marea alta del estatismo. Son más coherentes o, algunos podrían decir, radicales que los liberales tradicionales en su defensa de la libertad personal y la libertad de mercado y en su oposición al poder estatal.

Un Movimiento Pluralista

Como todos los movimientos filosóficos el libertarianismo es variado, contiene varias escuelas y subgrupos, y uno no encontrará una unanimidad en sus justificaciones teóricas, sus fines como en la estrategia que debería adoptarse para alcanzarlos. En Norteamérica a la mayoría de los que se llaman a sí mismos libertarios les gustaría ver que el Estado vuelva a pocas funciones esenciales, en particular defensa, relaciones exteriores, justicia, la protección de la propiedad privada, los derechos individuales, y algunas otras responsabilidades menores. Todas las funciones restantes deberían ser privatizadas. En el contexto de un Estado federal muy descentralizado, los libertarios aceptan sin embargo que las autoridades locales (Estados constituyentes, provincias, regiones o municipios) pueden intervenir en otros campos y ofrecer varios tipos de arreglos económicos y sociales, en tanto que los ciudadanos insatisfechos fácilmente pueden moverse a otras jurisdicciones.

Algunos libertarianos de la escuela "anarco-capitalista" abogan por la desaparición completa del Estado y la privatización inclusive de las funciones básicas anteriormente mencionadas. Esta meta puede parecer extrema o ridícula a primera vista, pero se basa en una argumentación teórica plausible. Por ejemplo es fácil imaginar que uno podría remplazar el Estado o los cuerpos de policía local (con la corrupción, los abusos de poder, la incompetencia y el favoritismo que usualmente los caracteriza, todo hecho frecuentemente con impunidad) con agencias de seguridad privada, que obtendrían ganancias sólo en la medida en la que realmente protejan a los ciudadanos y combatan a los verdaderos criminales. Los anarco-capitalistas usan el mismo tipo de argumentos para apoyar la privatización del ejército y las cortes lo cual no dejaría nada que hacer para el Estado. Las empresas privadas proveerían todos los servicios que los individuos podrían necesitar en un mercado libre puro.

En un contexto donde el gasto público ahora alcanza a casi la mitad de todo lo que es producido y en el que los gobiernos continúan adoptando ley tras ley para incrementar su control sobre nuestras vidas, una meta libertaria más realista es simplemente el revertir esta tendencia y pelear por cualquier avance práctico de la libertad y cualquier reducción concreta de la tiranía estatal.

Los libertarianos son los únicos predispuestos a entrar en ésta lucha sin comprometer sus creencias. El hecho es que el actual debate ideológico sigue dominado por los estatistas, a pesar de las superficiales controversias políticas que atraen la atención de los medios.

Por un lado los defensores socialistas e izquierdistas de un crecimiento ilimitado en el tamaño del gobierno son una mayoría fuerte entre los lobbies que se alimentan ante el público en y a través de las universidades y los medios. La mayor parte de lo que pasa por periodismo o investigación académica muestra una completa falta de entendimiento de las reglas básicas de la economía de mercado. En el "centro" aquellos que proclamas ser "realistas" admiten que el Estado no puede continuar incrementando el margen de impuestos y crecer indefinidamente, pero ellos simplemente predican una reducción de este crecimiento. El orden establecido de los negocios por su parte estaría satisfecho con algunos cortes menores aquí y allá y algunos de sus miembros cuestionan la estructura corporativista del Estado. Para aquellos que están en la derecha que son descritos como "neoconservadores" radicales su meta propuesta es llevarnos de vuelta a donde estábamos hace veinte o treinta años cuando la tasa de gastos estatales en relación al PIB era del 5 a 10% menor, lo cual seria un paso en la dirección correcta pero dificilmente suficiente.

Uno también tiene que admitir que las llamadas "revoluciones conservadoras" de los últimos veinte años en Gran Bretaña, Canadá y los Estados Unidos realmente no han producido mayor cambio, a pesar de que se implementaron algunas útiles reformas económicas y cortes en los impuestos. Algunos programas y leyes fueron abolidos y el Estado todavía ocupa un lugar dominante en la vida económica y social. Es justo temer que los programas burocráticos empiecen a crecer otra vez ahora que los déficits presupuestarios han sido eliminados y los gobiernos tienen ingresos excedentes para gastar.

Los libertarianos son los únicos que demandan y trabajan por un cambio radical, una drástica reducción del tamaño y rol del Estado, los únicos que valoran la libertad individual sobre todas las cosas. Más y más gente se da cuenta que los libertarios constituyen la única alternativa. El movimiento libertario apenas existió en los sesentas y realmente despego en los Estados Unidos a inicios de los setentas. El Partido Libertariano de los Estados Unidos, fundado en 1971, ahora es el tercero en importancia después de los Republicanos y los Demócratas. Allí donde las filosofías colectivistas y la economía keynesiana acostumbraban a dominar la vida académica, recientemente ha habido un renacimiento del interés por el liberalismo clásico y la economía de libre mercado en las universidades. Finalmente, hoy la filosofía libertaria puede ser encontrada en todo lado en la Internet y su influencia esta creciendo en todos los continentes. Así realistamente podemos esperar que un siglo después del eclipse del liberalismo clásico, su resurgimiento libertariano una ves más llegara a ser una influyente doctrina y movimiento filosófico en el siglo veintiuno.