domingo, 10 de mayo de 2009

Amor en tiempos de retenciones


Hace tiempo tengo la sensación de que muchos dirigentes que piensan distinto desde un punto de vista ideológico, pertenecen al mismo espacio político, y cuantiosos dirigentes que comparten las mismas ideas, están distanciados públicamente.

En este esquema, y en tiempos de cierre de candidaturas, es interesante analizar el proceso de conformación de las alternativas electorales en Argentina, que no varia en lo sustancial de la lógica histórica.

El desgaste de términos como derecha e izquierda, ha llevado a muchos, no solo desde la derecha sino también de la izquierda
–sectores de la socialdemocracia- a declarar que están obsoletos, o que son simplificaciones incapaces de reflejar la compleja realidad actual.

Disiento con estas aseveraciones y considero que siempre que existan políticas alternativas, y en tanto no se imponga la unanimidad totalitaria, una de las opciones deberá estar a la izquierda relativamente de la otra y viceversa.

Retenciones, como representación de un proyecto político.
Quizás sin los tiempos de retenciones no hubiese habido tiempos de dengue. Las retenciones y el discurso distribucionista simbolizan una política contraria a la creación de riqueza que es lo mas importante para el desarrollo social. Es la génesis de la crisis local, agravada por la internacional. La consecuencia de este modelo económico es el dengue, una enfermedad de la pobreza.

Los tiempos de retenciones son, por ende, el origen del deterioro kirchnerista, marcada por la crisis, el divorcio entre el gobierno y la sociedad y todas sus perniciosas consecuencias.

Amor, como representación de lo emocional y de la extraña lógica de las relaciones entre las distintas fuerzas opositoras, que es consecuente con la historia nacional.

La conformación de los llamados partidos políticos argentinos desde un punto de vista histórico, no tuvo que ver con cuestiones ideológicas, que seria lo razonable, sino que estuvieron determinados por el proceso de conformación social de nuestra nación.

El partido liberal (1852), el partido de notables, de comité o parlamentarios, el Partido Autonomista Nacional (PAN), no son más que la expresión de una clase, de un sector social, de un momento histórico, de una minoría que creo el país.
La Unión Cívica Radical es el producto de la corriente aluvional inmigrante de fines del siglo XIX. No significó un proyecto sustancialmente diferente al tradicional conservador, por la sencilla razón de que no tenía proyecto. Además se negaba a llamarse a si mismo partido, es decir una parte, y se autodenominaba movimiento, es decir un todo.

El peronismo es producto de la corriente aluvional del Norte, protagonista a partir de 1930. También se autodenominaba movimiento y en su seno convivían desde socialistas, fascistas, radicales, conservadores y hasta liberales.

El peronismo es todo aquello que el General dijo sobre el peronismo, y como siempre hay un Perón para refutar a otro Perón, el peronismo termina siendo “el todo hegeliano”. El radicalismo, desde Alem con sus ideas liberales, pasando por el yrigoyenismo, el documento Avellaneda, Alfonsín con el tercer movimiento histórico y la desdicha de la Alianza, ha oscilado entre la izquierda y la derecha.

Por desgracia estos son los dos partidos políticos mayoritarios, que paradójicamente siempre se negaron a llamarse partidos. Nunca representaron ideas, proyectos, sino sectores sociales, momentos históricos, formas de conductas. El sentido de pertenencia, los colores partidarios, resultaron siendo más determinantes para su constitución, cohesión y desarrollo, que el debate de las ideas en si mismo.
La constante histórica de antinomias: unitarios y federales, conservadores y radicales, peronistas y antiperonistas, está lejos de la lógica ideológica y muy cerca de la lógica amor- odio.

Pertenecer a un espacio político por amor u odio al adversario, es el fracaso de lo político y el triunfo de la lógica futbolera.

Es cierto que en el mundo términos como izquierda o derecha, progreso o atraso, socialismo o fascismo, democracia y liberalismo, revolución e ideología, están manipulados, distorsionados contaminados y se los emplea en un sentido tan amplio y vago, fluctuante e incierto, que ya no es posible saber bien que es lo que significan.
No es extraño, pues fue así en la historia. Si exceptuamos el fugaz apoyo de los proudhonianos a la dictadura bonapartista de napoleón III puede decirse que el boulangismo fue el primer punto de fusión entre la izquierda y la derecha y el socialismo antidemocrático. Los socialistas blanquistas apoyaron el golpe de Estado del general Boulanger en 1889, constituyendo el primer ejemplo histórico de un paradigma político del siglo siguiente: la izquierda adhiere a un militar nacionalista (Sebreli).

En Francia Maurice Barres lanzó el termino “Socialismo Nacionalista”. Mussolini surgió de las filas del Socialismo y su mentor ideológico, George Sorel, era un sindicalista socialista. Charles Maurras definió al Fascismo como un Socialismo liberado de la democracia y Drieu La Rochelle escribió Socialismo Fascista. En Alemania existía un movimiento, “el Conservadurismo Revolucionario”.
Spengler hablaba de Socialismo Prusiano y el nazismo se denominada Nacionalsocialismo. En la republica de Weimar circulaban sectas a mitad de camino entre el nazismo y el comunismo que se llamaban nacional revolucionarias, o racial bolcheviques. La extrema izquierda de la izquierda coincidía con la extrema derecha de la derecha. Franz Schauwecker, amigo de Ernst Junger, lanzó una consigna “la derecha no puede estar lejos de donde está la izquierda”. Durante el pacto Stalin- Hitler, fascistas y comunistas del mundo entero se manifestaban juntos contra el imperialismo anglosajón.

Pese a esto, el mundo ha evolucionado y las democracias modernas poseen sólidos partidos políticos, con democracia interna, que se alternan en la conducción nacional y representan, desde su génesis, proyectos e ideas diferentes dentro de un mismo paradigma democrático y republicano.

Los politólogos locales han hablado de la destrucción de los partidos tradicionales argentinos en los últimos tiempos y evalúan este proceso como negativo, siendo que no puede ser más que positivo.
“La pasión por la destrucción, también es una pasión creadora” (Bakunin). La destrucción de los partidos tradicionales significaría el fin del movimientismo y debería ser mirado con optimismo. Pero no ha sido así, las nuevas cuasi- estructuras que se disputan la conquista del electorado nacional, que en teoría deberían suplantar a las viejas organizaciones pero que no hacen más que reciclarlas, han burlado la discusión ideológica bajo el paragua del pragmatismo, la aplicación y la gestión, en el caso macrista, y bajo la chicana moral en el caso de la Coalición Cívica.

En este sentido, Elisa Carrio, con muchas mas luces que sus adversarios peronistas, oficialistas y opositores, constituye el paradigma del neo movimientismo. Desdeña el debate ideológico como antigualla y afirma que el mundo marcha hacia nuevos paradigmas que superan la derecha y la izquierda.
No es extraño que reivindique al radicalismo primitivo, como el primer partido fundado en ¿principios? no en ideas políticas.

Quiere juntar en su movimiento a todos aquellos ciudadanos honestos, independientemente de su pensamiento político. Es por eso que en su sitio conviven desde lopezmurphystas hasta socialistas. ¿Y quien queda del otro lado? Para Carrio, todas las personas que no sean honestas, ¡peor a aún! aquellas que ella considera que no son honestas, pues de otro modo se podrían sumar a su movimiento.
Y como lógicamente las personas corruptas le hacen daño al país, la única alternativa valida para un autentico desarrollo nacional es su grupo político. Esta es la perniciosa lógica del movimientismo.

En este sentido, Néstor Kirchner, ¡si este hombre que ha manejado la economía argentina como si fuera un almacén!, con todas sus limitaciones morales e intelectuales, ha contribuido mas que nadie al debate electoral, planteando la discusión en términos de proyectos, modelos, paradigmas ideológicos, tomando una postura claramente de izquierda simbolizada en su defensa de las “retenciones”.
Mientras que la oposición no se organiza en base a proyectos e ideología, sino a vinculaciones o peleas personales, relaciones de amores y odios, simbolizadas, por que no, por el “enamoramiento” de Carrió hacia Prat Gay, más cercano en ideas al macrismo, con quien confronta, que al socialismo con quien comparte su espacio político.

Desde este punto de vista el kircherismo es progreso, y la oposición es reacción.



José Guillermo Godoy
Presidente del Centro de Estudios
de los Intereses Nacionales (CEIN. 1816)
Director General de Junior Achievement Tucumán.
Líder local de la Fundación Atlas 1853.